jueves, 31 de octubre de 2013

España invertebrada, de nuevo

Camino de los cuarenta años desde la Constitución de 1978 España continúa siendo un Estado en construcción. La descentralización política, reforzada por la idea de autonomía, supuso la creación de las Comunidades Autónomas, facultativa según la Constitución, y el realce de las Entidades locales, los municipios sobre todo. No debiera olvidarse, sin embargo, que los municipios son producto de la historia, apegados al territorio y sus vecinos, anteriores a la Constitución misma, mientras que Comunidades Autónomas, veguerías o comarcas son un simple azar histórico. La autonomía penetró por todos los entresijos del Estado y lo empapó todo actuando en un primer momento como eficaz argamasa que proporcionó al Estado surgido de la transición cohesión y resistencia, evitando que el edificio institucional colapsase a la salida de la Dictadura. Pero los planos de ese edificio ni estaban entonces acabados ni lo están hoy. No hay un modelo. Los constantes desarrollos del Estado resultante, escasamente constitucionalizado y demasiado dependiente, por ello, de la coyuntura política, hicieron cada vez más grande y pesada su estructura, y dieron lugar a nuevos niveles administrativos mal trabados con los existentes. El resultado de una tormenta perfecta, producto de la explosión de tres burbujas, la inmobiliaria, la financiera y la político-administrativa, ha sido demoledor. Y a ella se ha unido la reforma constitucional de 27 de septiembre de 2011, y la normativa que la desarrolla, que han asignado a la Administración General del Estado, la más endeudada y deficitaria, un rol preeminente sobre Comunidades Autónomas y Entidades Locales.

La reforma local, en ese contexto, tan permeable a presiones exteriores, es producto de una extrema indecisión de sus impulsores quienes, en diferentes momentos, han propugnado medidas tan diferentes como la supresión forzosa de municipios, con su automática fusión con el colindante mayor, su mera intervención, su sujeción genérica a la normativa de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, el establecimiento de exigencias adicionales a los planes económico-financieros de los municipios, el fomento de las fusiones, la gestión coordinada forzosa de servicios municipios por otras entidades locales o, finalmente, la gestión coordinada voluntaria de tales servicios, que ya es posible hoy, antes de reforma alguna. El proyecto de ley resultante cercena la autonomía municipal, competencial, organizativa y financiera, en términos cuestionables constitucionalmente e incompatibles con la Carta Europea de la Autonomía Local. Continúa imponiendo el cierre, privatización o transferencia forzosa a otras entidades de servicios municipales que los ayuntamientos venían proporcionando a sus vecinos, especialmente del ámbito social. Los municipios sólo podrán ejercer competencias propias en materias concretas, o competencias delegadas en cualesquiera otras, siempre que no se generen duplicidades y cuenten con una financiación que nadie sabe de donde vendrá. Su competencia y función subsidiaria de servicio a sus vecinos, garantizada en la Carta Europea de la Autonomía local, desaparece o se subordina a informes previos, preceptivos y vinculantes, de otras administraciones. La iniciativa para el desarrollo de actividades económicas se somete, aun garantizado el cumplimiento del objetivo de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera, a “un análisis de mercado, relativo a la oferta y la demanda existente, a la rentabilidad y a los posibles efectos de la actividad económica sobre la actividad empresarial”. El mercado, sin más. No parece haber otro modelo, otra referencia.

Pero lo más grave, lo más precupante, es que no sabemos cuál es el modelo de gobierno local que se desea, cuál la planta local soñada. La única certidumbre es que no hay certezas, que ya se verá. El municipio, en ese contexto, el nivel de gobierno más débil tras su larga e infructuosa espera de una adecuada financiación, queda desprotegido, del todo subordinado a otros, especialmente al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Este controlará funcional y orgánicamente la intervención municipal, que deberá informar anualmente tanto a la Intervención General de la Administración del Estado como, en determinados aspectos, al Tribunal de Cuentas. El Ministerio, mediante planes económico-financieros que exigirán más a los municipios que a otras administraciones, podrá imponer sus criterios, sin criterios legales que los limiten, sobre organización, competencias, presupuestos, formas de gestión y prácticamente cualquier otra cuestión. Eso sí, irracionales e insostenibles son, curiosamente, quienes han sido responsables de apenas el tres por ciento del déficit público y el cinco de la deuda pública a cierre de 2012. Los otros, los que han generado el noventa y siete por ciento del déficit público y el cinco por ciento de la deuda pública, les van a imponer su racionalidad y sostenibilidad.

Julio Tejedor Bielsa
Profesor titular de Derecho administrativo
Miembro fundador de ForoÉtico


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miércoles, 30 de octubre de 2013

¡Esto es la guerra, traed madera, traed madera!

¡Esto es la guerra, traed madera, traed madera! gritaba Groucho Marx en la película de 1940 Los Hermanos Marx en el Oeste, mientras sus dos hermanos Harpo y Chico iban destrozando los vagones del tren, para conseguirle la madera que pedía, y con la cual alimentaban la locomotora para poder alcanzar a los villanos de la película; pues bien, en el remake español que se está rodando de este gran icono cinematográfico, sus protagonistas son Rajoy, el gobierno del PP y las familias españolas.



Rajoy al grito de “esto es la guerra, traed familias, traed familias”, está alimentando la locomotora de la economía española, y son en esta nueva versión los ministros Montoro y De Guindos quienes le van proporcionando el combustible que su presidente les pide a gritos, ¡familias españolas!, las cuales son “quemadas” a fin de poner en marcha la maquina, solo que esta vez es la económica. Cabe resaltar en esta nueva versión la mala suerte que tenemos los amantes al cine, porque Montoro no interpreta el personaje de Harpo Marx que hacía de mudo, sino el de Chico ¡lo dicho una pena!

El guion de la película está a cargo de ilustres responsables políticos y financieros del país como Emilio Botín, encargado de escribir el capítulo “España está en un momento magnifico, llega dinero de toda partes”, el Banco de España responsable del capítulo “se ha superado la recesión más larga de toda nuestra democracia”, y el propio Montoro que es polifacético y escribe varios capítulos como por ejemplo “ya se ve la luz del túnel”, o “España empieza a verse como una de las economías más competitivas del mundo”. 

Bajo mi punto de vista es una autentica pena para el cine español que un señor con tanto talento no pruebe suerte en el cine extranjero y sea un referente de la exitosa serie dirigida por la también popular Fátima Báñez “movilidad exterior”, dando ejemplo a otros españoles, que no siendo tan talentosos, se van a probar suerte en el extranjero para “ganar curriculum”, y no por motivos de fuerza mayor.

La película pertenece inequívocamente al genero de la comedia, como en su día la versión americana, porque de pertenecer al genero de historias basadas en hechos reales, deberían mencionar aspectos no tan graciosos como que según la OCDE España fue el país donde más aumentaron las desigualdades en términos de ingresos disponibles entre 2007 y 2010, y es el segundo país con la tasa de pobreza infantil más alta de la OCDE con un 17,2%, tan sólo superada por Portugal que obtiene un 18,7%.

Conviene así mismo recalcar a los espectadores más sensibles que el Partido Popular en su afán por hacer la película más entretenida y dirigida al público en general (infantil incluido) ha suprimido en los créditos finales la noticia que entre junio de 2012 y junio de 2013 el número de ricos en España ha aumentado en un 13%, mientras las grandes empresas y fortunas en España evaden cerca de 81.000 millones de Euros al año como denuncian el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) y la Agencia Internacional TaxJustice Network, es decir que el 71% de la evasión fiscal en España es obra de las grandes fortunas y de las mayores empresas del país, pero esa es otra historia que quizás en un futuro decidan rodar también, o no.

Como bien decía el gran Groucho Marx, y ahora Mariano Rajoy “¿A quien va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?

Jose Mª González Navarro
Miembro de Foro Ético
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